Se pone los
cascos y le da al “on”.
La música
suena, sube el volumen, pero sus pensamientos tienen el nivel más alto.
No hay
música capaz de aplastarlos,
Ellos crecen
a cada debilidad, a cada flaqueza.
Rompen sus
tímpanos y explotan en su cabeza.
Y cuando
cree que no puede más, cuando siente que todo le ha superado…
Aparece un
rayo de sol, un pequeño rayo de sol.
Pero ella es
susceptible y sobre todo, escéptica.
Teme creer,
le persigue el recuerdo, le pesan los domingos.
Un día más,
un día menos.
Momentos en
los que cree derrumbarse, en los que invernaría hasta nunca jamás,
Acompañados de
soledad, tristeza e insomnio.
Pero se
levanta, se pinta los labios y sale a romper el asfalto.
Quiere tener
fe.
Y la música
sigue sonando, y cada canción tiene un nombre propio.
Cada verso
tiene un momento, cada estrofa un recuerdo.
Quiere tener
fe.
Borrar su
pasado y escribir un presente. Con rotulador permanente.
El futuro,
su temido futuro, dejarlo aparcado por el momento.
Demasiadas
emociones, demasiados sentimientos.
Demasiadas
explosiones, demasiados lamentos.
Borrar lo
que quedó, olvidar lo que dejó.
Pasar
página, y empezar folio a fecha de esperanza.