¿Sabes eso días?
Pues ella hace que esos días no existan.
Dicen que del dolor se aprende, que el dolor te hace cambiar, que te hace sentirte "extraña", te hace olvidar quién eres o quizás, mejor, quién eras. Hablan del dolor como un puñal, pero no cualquiera, el más preciso, el más dañino, que se queda dentro y no te abandona. Deja ese momento en el cajón de los recuerdos.
De lo que no hablan es de su sonrisa después de la tormenta, de sus ganas de vivir, su pelo y su olor.
No hablan de su magia, su chispa, el brillo de sus ojos y de su increíble presencia. Y tampoco de lo preciosa que está, radiante, magnífica y tremenda e increíblemente especial.
Pero no se da cuenta, no se da cuenta, de que ella lo es todo.
Tras la ventana, siempre queda aire por respirar. Y tu ventana es la más grande de todas, solo tenemos que abrirla.
Lo que no sabe es que es un sol que alumbra el mundo, y que la luna sonríe mientras mira sus grandes tonterías.
Crónicas de una suerte no anunciada con antelación, que nos llena los bolsillos de esperanza, y voy a hacer de los tuyos un saco sin fondo, impermeables, antibalas, y sobre todo anti-malaspasadas y anti-malassensaciones.
Y no, ella no necesita explicación. Ella es explicación en sí misma y sobra, con solo mirarla para saber quién es, quién será. Esa maravillosa persona que a veces no se encuentra, que cree estar eclipsada por un "yo" que no reconoce. Un ser excepcional y más que único. Ella es de las que se levanta de la cama y está increible. Ella es de las que irradia personalidad, autenticidad y carisma. Sus acciones le delatan, y un minuto de su tiempo ya hace que le quieras para siempre.
Porque fueron muchas noches en las que no podía dormir. Y por ello toca recuperarlas al ritmo de melodías imposibles y la compañía de esas musas que jamás se apartarán de su lado, para recordarle una y otra vez quién es. Y, sobre todo, para darle ese empujón que necesita a veces, cuando su cuerpo flaquea y grita en silencio.
Olvidarnos del tiempo perdido. Las lágrimas no se derraman por una razón y todo en esta vida se ve recompensado, sobre todo cuando la recompensa va para alguien cuyo corazón tiene diez metros de diámetro.
Felicidades princesa. Vamos a comernos el mundo. Te quiero.